Di algo imperdonable.
Entristece mi sentir.
Comete una barbarie.
O habré de pensar
que eres un ángel
que llama a la puerta
cuando en casa no hay nadie.
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Creo que mi poesía nace de la felicidad, de esa conciencia dolorosa de ser feliz sin motivo, ser feliz como una necesidad intransigente, que no admite los momentos de tristeza, que exige la risa, el sol, a lo largo de todos los días, en los ratos más inesperados porque para escribir necesito ser feliz, sentirme como un caballo relinchón, explotar las palabras como malinchazos, llenarme de maleza cosquillosa hasta el borde, hasta que se me salga el alma, el goce que me hace poeta.
Gioconda Belli (Nicaragua, 1948)
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Noviembre humedecía. Diciembre me ahoga.
Mi ordenador decide que no más. Creo en la reencarnación de los bytes.
Nuevas esperanzas. Interesantes encuentros.
Café (1,20 €) con charlas irrelevantes (absurdo).
El metro tiene peligro. La huelga llega a su fín.
Preparo un viaje. (Re)encuentro a una amiga.
Limpieza. Donación de libros (todos en inglés).
Quemo direcciones. Olvidarlas será más díficil.
Apunto tu nombre. Con bolígrafo.
Los locos toman la noche. Al asalto.
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Thomas Dybdahl y Lisa Germano de fondo. Sigo trabajando.