Se trataba de escribir todos los días de una semana unas cinco líneas (aproximadamente). Automático, reflexivo, poético, diario... lo que quisieramos. Pero no una historia. Sólo cinco minutos al día frente al papel. Yo tomé minutos de esta semana y salió algo así:
Miércoles. Corazones que laten negros deciden que país nace, crece o muere. La televisión no me engaña, pero me hace desear imitar a Elvis. Ni tengo armas ni me pudro en dinero, así que aprieto el Stand by y abro un libro. Poesía viva de un escritor ya muerto. Paradójico. Como que estoy muerto de sueño y no logro meterme en la cama.
Jueves. Leche, galletas y frío. Marketing político entre mis dedos. Entro en el calor de un tren dónde no me hacen falta manos para tocar otros cuerpos. Sentado en el metro alimento mi mente, aumento mi deseo, calculo horarios y paradas. Escucho. No soy un chino en China, pero como a él, el trabajo no me dignifica. Tener las necesidades básicas cubiertas nunca me ha cegado frente a la perspectiva global. Soy un mono más.
Viernes. El frío de la sinrazón asoma cada día su cabeza al alféizar del mundo civilizado. ¿o era incivilizado? Da igual. Este mundo está en cuenta atrás y no distingue los colores de los cables. Colisión. Choco con la imprudencia en la M-50. Coste económico amplio. Dos canas más. Cena agradable. Charla agradable. Sueño agradable. Cansancio a fecha vencida.
Sábado. Tras un memo al que he de llamar cliente tengo una conversación introspectiva. Saco poco en claro. Pero está claro. La fuerza de mi voto no está en el papel que meto en la urna, está en el verde, rojo y azul que decido no gastar en una multinacional. La tienda de la esquina, el chino de mi barrio y el bar Maisen han ganado las elecciones hoy. Mañana ya veremos quien gobierna.
Domingo. En la mañana un logotipo que va de victima mete en mis compras un canon. Me acaba de insultar. Me ha llamado ladrón y no puedo hacer nada. Yo les insultaré a mi manera. Bajando sus porcentajes de venta este mes. ¡qué se jodan!. Los complejos raciales siguen atando a las personas. Lo veo en primera persona, en la tarde. Sentirse feliz en estas condiciones sería un insulto grave. Muy grave. Reencuentro en la noche.
Lunes. Prisionero de las normas / y de informes sin forma / de moral deforme de informal constancia / de imberbe complejidad. Despierto y no era un sueño. Sigo vivo. Me he dormido en el tren. El vaho en el cristal no es de sexo desatado, es de esfuerzos matutinos. Me apena que no sea de esfuerzos desatados por el sexo matutino.
Martes. Un capítulo más de mi vida emocional en esta estampa de martes negro y lluvia predecible. He vuelto a hablar con ella. Este ya es un adiós muy largo en el que no dejamos que se sequen las lágrimas. Esto tendrá un coste pornográfico. Taller. Locura embotellada que abraza la aventura de la palabra. Otro estado más. Independiente. Debate.
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