Vuelve Billy Corgan. Pero vuelve el que pagaba mis insomnios en el 95, y no este nuevo grupo que al que no quiero conocer. Me recuerda que vivo en otra década. Vuelve en las palabras que unos hiperconectados con su ficticia historia personal traen a este presente, no tan futurista como me prometieron en las películas de los 80s. El mundo estallará si. Pero no con armas nucleares. Aunque algún ordenador dejará constancia de nuestro destino.
Tonight, Tonight sonaba cuando con 19 años aún mantenía la resaca de las noches del 92. Aquel año el chalet de tus padres era un cine al aire libre gracias a Curro y su “Expo”. Te dejaron sola. Nosotros y el alcohol no. El pueblo era más grande que Nueva York, donde quiera que estuviese. Estábamos allí para celebrar lo jóvenes, guapos y atrevidos que éramos. Y cualquier tontería era útil para demostrarlo. Las canciones no tenían sentido aunque tu se lo vieras. Cazarras y María fueron los primeros. Luego fueron los demás. A mi me daba reparo hacerlo en la cama de tus padres. Pero quería sentirte. Fue la primera vez. Fue la mejor.
No había criterio para las películas. Tampoco para las bebidas. Pero las recuerdo todas. También recuerdo lo difícil que fue arreglar la piscina y limpiar la casa dos días antes de que volviera tu familia. Creo que lo que más recuerdan en el pueblo fue nuestra ultima noche donde trasladamos la fiesta a los escalones de la plaza. Tres años después nada de aquello tenía sentido. Pero las canciones si. Como tu siempre dijiste.
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Someone Somewhere In Summertime de Simple Minds de fondo. Varias veces.