viernes, julio 27, 2007

GLITTERING PRIZE


Vuelve Billy Corgan. Pero vuelve el que pagaba mis insomnios en el 95, y no este nuevo grupo que al que no quiero conocer. Me recuerda que vivo en otra década. Vuelve en las palabras que unos hiperconectados con su ficticia historia personal traen a este presente, no tan futurista como me prometieron en las películas de los 80s. El mundo estallará si. Pero no con armas nucleares. Aunque algún ordenador dejará constancia de nuestro destino.


Tonight, Tonight sonaba cuando con 19 años aún mantenía la resaca de las noches del 92. Aquel año el chalet de tus padres era un cine al aire libre gracias a Curro y su “Expo”. Te dejaron sola. Nosotros y el alcohol no. El pueblo era más grande que Nueva York, donde quiera que estuviese. Estábamos allí para celebrar lo jóvenes, guapos y atrevidos que éramos. Y cualquier tontería era útil para demostrarlo. Las canciones no tenían sentido aunque tu se lo vieras. Cazarras y María fueron los primeros. Luego fueron los demás. A mi me daba reparo hacerlo en la cama de tus padres. Pero quería sentirte. Fue la primera vez. Fue la mejor.


No había criterio para las películas. Tampoco para las bebidas. Pero las recuerdo todas. También recuerdo lo difícil que fue arreglar la piscina y limpiar la casa dos días antes de que volviera tu familia. Creo que lo que más recuerdan en el pueblo fue nuestra ultima noche donde trasladamos la fiesta a los escalones de la plaza. Tres años después nada de aquello tenía sentido. Pero las canciones si. Como tu siempre dijiste.

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Someone Somewhere In Summertime de Simple Minds de fondo. Varias veces.

lunes, julio 23, 2007

FLOWING

Sábanas blancas sobre nuestra cabezas. Tirados en la azotea con un jardín de colillas de alfombra. En Montecarlo follan a ritmo de House dices y yo sólo pienso en montañas rusas y agua mineral. Oigo la lavadora dar sus últimos gritos. El dinero aún no llega. Los proyectos gustaron pero el dinero no fluye. En la creación era más sencillo. El Verbo hablaba y las flores nacían y tenían nombre. Yo creo. No soy Dios pero pongo nombre a las ventas. Y el dinero no llega.

Hablas de Jan, Marta y Elena. De su viaje a Sun Valley. El sonido embisagrado de las puertas no me deja escucharte. A Morrison si. Pero él es Morrison y tu tres meses de sexo sin parar desde aquella noche en el Shôko.

Idaho suena a road movie sin ideas. Suena a anuncio. Suena a turistas cansadas de resorts cubanos. Ni siquiera dominan el inglés recuerdo. En mi cabeza un nombre, Ed Gein. Necesito esas vacaciones ya.

El viento corre un poco más ahora. La lavadora acabó. A estas horas Barcelona ya no es azul y los niños franceses han tomado la calle. Me fumo el último. Dieciséis minutos.

Voy a hacer la cama. Por si insistes en hacerlo esta noche de nuevo.

miércoles, julio 18, 2007

FRANZ KAFKA

Al despertar Franz Kafka una mañana, tras un sueño intranquilo, se dirigió hacia el espejo y horrorizado pudo comprobar que
a. Seguía siendo Kafka,
b. no estaba convertido en un monstruoso insecto,
c. su figura era todavía humana.
Selecccione el final que más le agrade marcándolo con una equis.

Relato de René Aviles Fabila
Extraido de Por favor, sea breve. Antología de relatos hiperbreves
Ed. Páginas de espuma

VEAMOS...

- No lo entiendo.
- ¿el qué?
- que te enamores de mi.
- ¿por qué no podría?
- No tengo nada... nada bueno que ofrecer.
- tu mismo eres una ofrenda.
- Pues eso. Nada bueno.

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Ivy con su Worry About You traen un conversación para una escena que nunca fue pero será.

lunes, julio 09, 2007

DOS JOYAS

Siempre el mismo vacío en ese espacio

Siempre el mismo vacío en ese espacio
que gira entre las 3 de la mañana
y las 4 pasadas del desgarro,
cuando el humo se pega a nuestra piel,
a modo de sudario del fracaso,
cuando los marineros ensombrecen
y todos padecemos de la misma
incomunicación que nos ahorca
con las manos heladas del alcohol.
Y el miedo de un domingo provinciano
con tedio de casino
que huele a naftalina y por lenguaje
sólo tiene las fichas
de dominó golpeando bruscamente
el velador de mármol. Quien pudiera
volver a la pobreza
de aquel pueblo pesquero de Sicilia
donde los sueños zarpan
a bordo del Cinema Paradiso.
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Dime que me quieres

Dime que me quieres,
Que por el verano
romperán mi reja
tupidos geranios.

Que en el altozano
nos dará Sevilla
sus blancas biznagas
su encalada brisa.

Que el centro rojo
de abiertas granadas
correrá el deseo
con su pulpa de agua.

Dime que me quieres,
y podré perderme.

Verónica Aranda (1982)
Tatuaje (2005),
libro con el que gana el VIII Premio de poesía joven "Antonio Carvajal"
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Venia en el metro escuchando el disco LAYLOW de CIRKUS.
Leía maravillas.

jueves, julio 05, 2007

31

Ayer cumplí años. Como antes de ayer, el sábado pasado o el miércoles de la anterior semana. Aunque, al parecer, oficialmente mi cumpleaños es hoy.

Nada ha sido diferente esta mañana. Costaba abrir los ojos y desperezarse como los otros 365 días del año. En el metro todo ha sido igual. Igual de insípido que la fibra que ahoga la leche de mis desayunos. Aquí abajo el anonimato se agradece. Nadie se levantará a felicitarme. Me siento bien así.

Estoy por desconectar el móvil. Las llamadas familiares son calcos a las de años anteriores, con la salvedad de mis respuestas, cada vez más toscas y proclives a recortar la conversación en cuanto me es posible. Tampoco recibir los mensajes de mis “ex” me activa como debería. Con el paso del tiempo saben más a fracaso personal que a piruleta de fresa.

El año pasado, el 5 de Julio fue un día de mucho trabajo. Nadie reparó en la fecha. Y aunque agradecí el descuido por no tener que escuchar las gracias del jefe, ni aguantar los abrazos y besos de compañeros (con su complejo de falsa familia), ahora parecen querer compensar el olvido recordándomelo hasta la saciedad días antes, durante y después de la fecha. ¡Dios que cruz!

Tengo claro que al final de este día me sentiré tan vacío como siempre. Como cualquier otro días más. Pero seguro que más pesado. Más cansado. Si, eso, más cansado.

No creo que cumplir años sea malo si tenemos en cuenta que la alternativa es poco o nada deseable (morir me aterroriza), pero celebrarlo (al menos para mi) me parece un poco, no se, absurdo. Cumplo años cada día. Soy un poco más viejo. No se si más adulto. Conmemorar que me queda cada vez menos (estadísticamente hablando) para rellenar el hoyo, pues no se, no me parece de recibo.

Y lo más extraño es que cuanto más me alejo de mi infancia más recuerdos de esta etapa abordan mi cabeza. Veranos de pueblo sin playa. Pero con río. De esos que iban y venían en función de que el embalse abriera o no compuertas.

Los paseos en bici. Las carreras en bici. Las ostias en bici.


Todas las noches tirado en la plaza del pueblo o en la eras, con esos amigos paraporsiemprejamas, hablando de tonterías. Sin alcohol, sólo con energías y falta de sueño. Hasta que las madres, que paseaban por el pueblo y sus afueras como si de un rebaño se tratara, nos llamaban a casa. ¡A dormir que ya es hora!
Tontear, Con poco o ningún éxito, con las chicas. Las hijas de otros vecinos que, como mi padre, marcharon de su pueblo en busca de algo mejor, pero que cada año eran fieles a su reencuentro con el pasado. Con sus raíces.
Esas travesuras sin más consecuencia que un tirón de orejas y unas risas, a nuestra costa, de todos los del pueblo en el bar, cualquier domingo tras la misa por la bronca que nos daban nuestros padres.

No se porque recuerdo todo tan nítidamente mientras mi cabeza vibra apoyada en el cristal del autobús. De este 629 que me aleja de la felicidad y la despreocupación y me transporta como cada día al aburrimiento y al esfuerzo.¿Nostalgia?. Tal vez. Yo creo que es frío. Frío en este verano globalizado a golpe de aires acondicionados.