La embriaguez de una nueva certeza
me reconcilió anoche,
con mi cama,
con mi sueño,
con mis sueños.
Renuncio a toda palabra
que no sea pornográfica verdad,
igual que renunciaría a cortarme las venas
como resultado de un desvarío pasional,
laboral, familiar u otra índole intrascendente.
[Si mi sangre brota
que sea un puñetazo el motivo. Algo real]
La vida es cruel.
Pero posee tanta belleza,
que no vivirla o no contarlo
sería más doloroso que la sexual atracción
de esa cuchilla que llama a rendirse.
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Me amas con la misma intensidad
con la que entregas tu vida
a un piloto de vuelos comerciales.
Confías en su destreza,
en sus reflejos,
en sus estudios,
en sus prácticas en avionetas
e incluso en su falso traje azul militar.
No es suficiente.
No cuando volamos.