HEAVEN

Con frecuencia recurro a escribir notas apoyado en los cristales del autobús, con la soledad por montera, pero sin dolor y sin tristeza. Sólo nostalgia.

Otras mi bolígrafo se hace un hueco entre las luces que proyecta la pantalla del cine, para dejar caer alguna nota que otra sobre mi cuaderno. Estas siempre me recuerdan que algunas ideas ya las tuvieron otros antes. Como subrayar un libro.

Pero en ocasiones, las menos, todas esas notas se quedan en mi cabeza esperando un hueco entre tanta alegría compartida que me rodea. Se apelotonan, se funden y confunden, y si tardo mucho en sacarlas, a veces hasta se pierden. Y no se lo merecen. No quiero que esto suceda hoy, dos días después de uno de los mejores fines de semana que he pasado en mi vida.

Una buena amiga mía me ha recordado algo que ya otros tantos llevan haciendo desde hace tiempo: dar las gracias por aquellas cosas buenas que nos han hecho sentir bien. Yo estoy preparando mi lista de agradecimientos. Que no tiene pretensión de ser la más grande, ni las más bella, ni la más compleja o sincera. Sólo pretendo que sea la mía. Como en los casos de otros bloggeros (grandes descubrimientos como América o la Penicilina en su momento). La única intención de esta será que me llene al final del día por todas esas cosas que me han echo sentir bien aunque sólo fuera por un instante. Y que como señal en calendario me recuerde que hubo un fin de semana en que el cielo estuvo un paso más cerca.

Aún trabajo en ella. Gasto tinta y hojas. Pero surge. Es un parto largo. Pero para nada doloroso. El alumbramiento está cerca. Que alguien prepare las tijeras.