miércoles, septiembre 13, 2006

Yerbabuena

De entre los olores que van desde el esfuerzo compartido a la dejadez matutina que me acompañaron ayer en el autobus, sólo uno me alejó de la ciudad por un instante. Yerbabuena (para mi ya siempre se escribirá así). Un viajero llevaba toda una bolsa con él. Apretandola firmemente entre sus manos. Un oasis, allí, entre vaivenes, frenadas y empujones. Durante 23 minutos escapo entre imágenes que sentía olvidadas (quería).

Pero esos recuerdos no tienen fuerza para quedarse conmigo, ni el aroma. El viajero se ha bajado durante mi viaje.

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Esta mañana Aún veo pies desnudos en el metro. Pero la visión está a punto de cambiar. LLega mi lluvia, con sus relámpagos como prólogo. vuelvo a mi lectura.


¡Caed,gotas!.Dejad mis azules venas.
¡Oh gotas mias!gotead,lentas gotas,
ingenuamente brotad de mi,gotead sangrientas gotas
de las heridas hechas para liberaros de donde estábais encerradas,
de mi rostro,frente y labios,
de mi pecho ,de donde yo estaba oculto:verted rojas gotas,gotas confidenciales,
manchad cada pagina,manchad cada cancion que canto,sangrantes gotas;
que conozcan vuestro rojo calor,que brillen;
saturadlas con vuestra esencia avergonzada y humeda:
brillad suavemente sobre cuanto he escrito y escriba en el futuro;gotas sangrientas
que todo sea visto a la luz que impartis gotas ruborosas

Walt Whitman